Autor: Marina Vieira, España
El hecho de que un niño necesite una sonda nasogástrica para alimentarse al nacer, puede provocar mucho miedo y ansiedad a los padres y cuidadores. Una hospitalización prolongada no hace más que incrementar ese temor pero a muchos padres en esa situación les preocupa su capacidad para cuidar del recién nacido en casa. Para disipar ese miedo comprensible, un grupo de enfermeras de la unidad pediátrica del Hospital Sant Joan de Déu en Barcelona ha establecido una escuela en el hospital para enseñar a los padres y otros cuidadores a alimentar a sus niños por sonda, aprender a reemplazarla si se sale y adquirir confianza en el manejo de la bomba de alimentación.
La alimentación mediante sonda nasogástrica está indicada para niños que no son capaces de ingerir suficientes calorías por la boca. La sonda se introduce por la nariz o la boca y se desliza hasta el estómago. Seguidamente, se coloca el preparado para que fluya hasta el estómago. Muchos padres se sienten sobrepasados cuando se les dice que su hijo necesita una sonda de alimentación. La escuela contribuye a enseñarles los pasos que han de seguir para asegurarse de estar preparados para realizar el procedimiento en casa.
Montserrat Gutiérrez es una de las enfermeras responsables de esta iniciativa. “Había muchas familias que solicitaban la posibilidad de marcharse y alimentar a su niño de una forma cómoda sin tener que permanecer en el hospital. De ahí la idea de poner en marcha un programa que nos garantizara que la familia había comprendido los conceptos y que podía llevar a cabo el procedimiento con la máxima seguridad y, por tanto, marcharse a casa.”, explica la enfermera Gutiérrez.
El programa consta de cuatro clases que abarcan desde lo más básico, es decir, enseñar a alimentar por sonda, hasta lo más complejo, que es inclinarse para reemplazarla si se sale. “Les dotamos de la capacidad de descubrir cómo se hacen las cosas, algo que ya poseen innato, pero es necesario darles autonomía para que puedan hacerlo con la máxima seguridad posible," continúa la enfermera.
Una vez que el equipo médico ha decidido que un paciente es un candidato viable, la enfermera imparte clases prácticas individuales. “El mayor miedo de los padres es que se salga la sonda. Les enseñamos los riesgos existentes y como detener el procedimiento si surge algún problema. Les tranquilizamos diciéndoles que si se sale la sonda y no se atreven a reemplazarla o no están seguros de poder hacerlo pueden acudir a su centro de salud o a nuestro hospital,” prosigue Gutiérrez.
Normalmente, la bomba nasogástrica es un instrumento temporal para 3-6 meses tras los cuales el equipo enseña a los padres el funcionamiento de un botón gástrico puesto que es la solución más cómoda a largo plazo.
Cuando los padres se marchan a casa, se tiende un puente entre el hospital y el centro de salud local de manera que este último sepa que los padres están en el programa y pueda dar respuesta a cualquier cuestión posterior. Las enfermeras son responsables de este programa al 100%, desde el principio hasta el final del mismo. Se aseguran de que los padres y otros cuidadores dispongan de formación adecuada para manipular y cambiar la bomba de alimentación, y se encargan de confirmar cuándo una familia está completamente preparada. El resultado es que los padres, las enfermeras y el equipo médico tienen plena confianza en la preparación alcanzada para llevar al niño a casa con seguridad.
Hacer clic aquí para ver el vídeo (en español)