El Consejo Internacional de Enfermeras (CIE) insta a los gobiernos a comenzar inmediatamente a mantener registros precisos de las infecciones y fallecimientos de trabajadores sanitarios: no hacerlo incrementa las posibilidades de más muertes y no honra a quienes han fallecido.
El mes pasado, el CIE denunció la muerte de más de 100 enfermeras en todo el mundo tras contraer COVID-19. Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) había notificado la cifra de 23 000 trabajadores sanitarios infectados.
Las cifras publicadas por el CIE y la OMS son aterradoras, pero ahora el CIE cree que infravaloran considerablemente la situación.
El CIE ha recopilado más información a través de sus Asociaciones Nacionales de Enfermería (ANE, cifras oficiales de los gobiernos e informes de los medios de comunicación) que apuntan a que al menos 90 000 trabajadores sanitarios se han infectado y más de 260 enfermeras han muerto.
Miles de enfermeras han sido infectadas por COVID-19 y ya han fallecido cientos, pero los gobiernos no saben exactamente cuántas porque no están recabando los datos correspondientes. Esta falta de información precisa ha provocado una grave infravaloración de la tasa de infección de enfermeras y el número de fallecimientos.
El CIE afirma que el hecho de no registrar las tasas de infección y mortalidad de los trabajadores sanitarios está poniendo en peligro a más enfermeras y a sus pacientes.
El CIE insta a que los gobiernos nacionales recopilen los datos relativos a las infecciones y los fallecimientos de los trabajadores sanitarios de forma sistemática y que se centralicen en la OMS. Sería una forma de mostrar respeto por las enfermeras que han sacrificado su vida y de informar las estrategias de prevención, como el abordaje de cuestiones fundamentales, en particular los test y la falta de equipos de protección individual (EPI).
El Director General del CIE Howard Catton ha declarado:
“La falta de datos oficiales sobre las infecciones y los fallecimientos de enfermeras y otros trabajadores sanitarios es un escándalo. Se les ha puesto en mayor riesgo por falta de EPI y por una mala preparación para esta pandemia. Como resultado, hemos visto aumentar las tasas de infección y, trágicamente, de mortalidad cada día. El hecho de que los gobiernos no hayan recabado esta información de forma consistente significa que carecemos de datos que se sumarían a la ciencia y podrían mejorar las medidas de control y prevención de infecciones y salvarles la vida a otros trabajadores sanitarios.
Si los gobiernos no actúan al respecto, me temo que quizá echemos la vista atrás a esta pandemia y contemos por miles las muertes de nuestros colegas de enfermería.”
Los datos del CIE provienen de 30 países y muestran que, de media, el 6% de los casos confirmados de COVID-19 son de trabajadores sanitarios, en una horquilla que va del 0% al 18%. Si esa proporción se repitiera a nivel mundial, los 3,5 millones de casos confirmados de COVID-19 en todo el mundo equivaldrían a 210 000 trabajadores sanitarios infectados.
El Sr. Catton ha proseguido:
“Si los gobiernos no contabilizan el número de enfermeras que han perdido su vida, si siguen mirando hacia otro lado, se estará transmitiendo el mensaje de que la vida de esas enfermeras no contaba. Disponer de estos datos ayudará a los ministros y a los funcionarios de los gobiernos a centrarse en lo más importante: salvar la vida de las personas.
El CIE ha realizado todos los esfuerzos posibles para influenciar a los gobiernos, hacer que rindan cuentas y prevenir la muerte de nuestros colegas de enfermería. Cuando se escriba la historia de la pandemia de 2020, nos aseguraremos de que se registran y honran los nombres de las enfermeras que han dado su vida, de manera que su sacrificio no se olvide nunca.
Y si los gobiernos siguen sin actuar, nos aseguraremos de que cuando se realicen las investigaciones pertinentes tras el COVID-19, algo que inevitablemente sucederá, se les pregunte a los líderes políticos por qué no se recopiló esta información.”
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