Autores: Gaia Dussi, RN, BSN, MSN, y Giada Ferrari, RN, BSN, MSN
Hoy, 1 de junio, es el Día Mundial de las Madres y los Padres. Es comprensible que los padres sufran mucho estrés y ansiedad cuando sus recién nacidos son hospitalizados. Como durante la pandemia de COVID no estaba permitido visitarles en el noreste de Italia, las enfermeras se pusieron manos a la obra para garantizar la continuidad de los cuidados centrados en la familia, el contacto con los padres y el toque humano a pesar de la situación.
Se calcula que en el mundo nacen unos 15 millones de bebés prematuros (uno de cada diez). En los últimos años, se ha reducido su tasa de mortalidad gracias a la prestación de cuidados perinatales avanzados si bien la morbilidad durante su desarrollo sigue siendo muy elevada (Lui et al 2019). Se calcula que más del 25% de los neonatos nacidos entre la semana 28 y 32 de gestación se ve afectado por trastornos del desarrollo a los dos años de edad, y el 40% presenta un cierto grado de discapacidad a los 10 años de edad (Johnston et al 2014), lo cual tiene una serie de consecuencias socioeconómicas. Las estimulaciones visuales, auditivas, táctiles y dolorosas son fundamentales para un proceso normal de maduración de las funciones cerebrales. Cada estimulación sensorial provoca una respuesta comportamental en el cerebro del bebé que a su vez promueve otras experiencias sensoriales (Soleimani et al 2020).
Sin embargo, el nacimiento prematuro está asociado a una inmadurez del desarrollo neurocognitivo. Cuando el recién nacido tiene experiencias sensoriales desproporcionadas para su fase de desarrollo, su neurodesarrollo será diferente respecto al que tendría dentro del entorno protector del útero. De ahí la diferencia en los resultados neurocomportamentales entre los niños prematuros y los nacidos a término (Altimier & Phillips 2016). Cuanto más inmaduro es el niño, más vulnerable es su cerebro.
Los cuidados durante el desarrollo son un conjunto de comportamientos y actitudes que inciden en distintos niveles con el fin de minimizar la angustia infantil y mejorar el entorno de las unidades de cuidados intensivos neonatales (UCIN), reducir las estimulaciones dolorosas, promover los periodos de sueño y reducir los de desestabilización, además de fomentar el desarrollo neurocomportamental garantizando un contacto temprano con los cuidadores (Altimier & Phillips 2016).
Varios estudios han descrito la eficacia de los cuidados durante el desarrollo en las UCIN. En los bebés prematuros, pueden tener efectos positivos en su desarrollo neurocognitivo y psicomotor visibles en los primeros 12 meses de edad (Soleimani et al 2020). Los cuidados durante las primeras fases de desarrollo mejoran significativamente los resultados cognitivos (Spittle et al. 2015). Una revisión sistemática realizada en 2019 (Padros & Hess 2020) sobre los beneficios de los métodos madre canguro y piel con piel alcanzó la conclusión de que mejoran los resultados del estrés cardiorrespiratorio a corto plazo, reducen los niveles de cortisol e incrementan los de oxitocina. Estas estrategias reducen significativamente el grado de angustia en el recién nacido. Los cuidados durante el desarrollo son un factor esencial en la prestación de cuidados de enfermería de alta calidad. El personal de las UCIN debe enseñar y alentar los comportamientos y actitudes necesarios para lograr resultados de salud positivos a corto y largo plazo.
Dada la importancia de los cuidados durante el desarrollo, el planteamiento descrito anteriormente es el que se ha adoptado en la práctica clínica en la mayoría de las UCIN del noreste de Italia donde equipos multidisciplinares, formados por enfermeras con diferentes conjuntos de habilidades, trabajan con niños prematuros y dispensan cuidados centrados en la familia como valor añadido fundamental, como valor añadido esencial en la parte clínica.
Con la llegada de la pandemia de COVID-19, el mundo de la neonatología ha sufrido cambios profundos y estructurales por la necesidad de aplicar medidas de contención contra el virus. Por primera vez en más de 40 años, ha sido necesario regular el acceso de los padres a las UCIN, una medida que podría afectar negativamente al desarrollo del vínculo entre el niño y sus padres. Por tanto, el personal de enfermería se ha enfrentado al reto de ayudarles a establecer su relación, sosteniendo en especial a las madres y los padres con dificultades puesto que las enfermeras son esenciales para proporcionar el contacto y el toque humano fundamental para un correcto desarrollo de los bebés prematuros.
Esta pandemia ha puesto de relieve la importancia de los cuidados centrados en la familia para estos pacientes tan jóvenes y sus familias señalando acciones complementarias para que los cuidados de enfermería sean aún mejores para los bebes prematuros. En esta época, hemos encontrado una solución alternativa para reducir la distancia entre los padres y sus hijos en las UCIN como las llamadas diarias que el personal ha realizado a los padres para mostrarles a sus bebés e informarles de su progreso cotidiano.
El agradecimiento de los padres por estos gestos demuestra la importancia de la profesión de enfermería en el cuidado de los bebés prematuros, lo cual nos da fuerzas para seguir trabajando con pasión y dedicación, especialmente en estos momentos difíciles.