Ginebra, Suiza, 11 de marzo de 2021 – La pandemia ha puesto a las enfermeras bajo inmensa presión y se ha incrementado enormemente el número que tiene intención de abandonar la profesión. Sin embargo, incluso si los gobiernos invierten ahora en formar a más enfermeras, les harán falta al menos tres años para ser enfermeras registradas y entonces serán noveles que necesitarán tiempo para ocupar el lugar de sus colegas con más experiencia que se están marchando en estos momentos.
Un año después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara que la COVID-19 constituía una pandemia mundial, una nueva encuesta del Consejo Internacional de Enfermeras (CIE) apunta a que casi una de cada cinco de sus Asociaciones Nacionales de Enfermeras (ANE) encuestadas señala un incremento en el número de enfermeras que abandona la profesión. El 90% está ‘un tanto o extremamente preocupado’ porque las pesadas cargas de trabajo y la insuficiente dotación de recursos, así como el agotamiento y el estrés, sean los factores que están impulsando ese éxodo. La OMS ha confirmado el trauma colectivo de los trabajadores sanitarios que el CIE puso de manifiesto en enero.
El mundo entró en la pandemia con un déficit de hasta seis millones de enfermeras y con la previsión de que otros cuatro millones se jubilaran antes de 2030, lo cual sitúa al personal de enfermería global bajo una tensión intolerable. El CIE afirma que hay gran cantidad de enfermeras experimentadas abandonando la profesión o considerando hacerlo tras la pandemia, lo cual debe ser una llamada de aviso para que los gobiernos inviertan en puestos de trabajo, educación y liderazgo de enfermería antes de que sea demasiado tarde.
Se ha demostrado que los sistemas sanitarios estaban deplorablemente mal preparados para una emergencia mundial de este tipo puesto que muchos países carecían de suficientes camas en unidades de cuidados intensivos, respiradores y demás tecnología, además de la escasez mundial de equipos de protección individual.
Muchas enfermeras han contraído el virus y el CIE sabe del fallecimiento de 3 000 por la COVID-19 pero cree que es un cálculo flagrantemente a la baja por falta de datos serios, cuestión que sacó a colación por primera vez hace un año.
La Presidenta del CIE Annette Kennedy ha declarado: “Estoy muy preocupada por el estado de la profesión de enfermería, así como por el trauma mental y físico que han soportado las enfermeras a lo largo del año pasado y por las muchas que pueden sufrir estrés postraumático. La tensión a la que están sometidas es inaceptable y no sorprende que tantas estén sintiendo la presión y decidiendo que no pueden seguir en los puestos de trabajo que adoran. Cuando enfermeras entregadas y experimentadas piden dejar su profesión, es un indicador claro de que hay algo va muy mal. No se puede esperar que sigan adelante si trabajan en exceso y están infravaloradas. Nuestras enfermeras han ido mucho más allá de su deber a lo largo de este último año: los gobiernos han de compensar ahora su entrega y compromiso con el apoyo que las enfermeras necesitan para seguir realizando su labor fundamental para los pacientes, las familias y las comunidades a los que tan bien atienden.”
El Director General del CIE Howard Catton ha afirmado que los nuevos datos muestran que la dificultad de retener al personal de enfermería sénior experimentado, un efecto esperado de la pandemia a largo plazo, se está manifestando ahora mismo.
El Sr. Catton ha declarado:
“Este desagradable aniversario debe ser una línea divisoria que marque un cambio fundamental en la forma de financiar y organizar los servicios de salud. Pasado un año, el personal de enfermería está asomado a un precipicio: el Efecto COVID en la enfermería es real, es una amenaza inminente para la seguridad y la fortaleza de nuestros sistemas sanitarios, y puede que empeore aún más.
El CIE ha informado de lo que ha sucedido con la fuerza laboral de enfermería global durante el último año y hemos visto cómo el Efecto COVID ha dañado gravemente la salud física y mental de nuestras enfermeras. El CIE lo ha llamado trauma colectivo y el Director General de la OMS Dr. lo ha confirmado como tal.
‘Ahora vemos una tormenta perfecta causada por el desajuste entre las crecientes necesidades sanitarias y la oferta de personal de enfermería experimentado. Si sumamos la demanda contenida de enfermedades sin tratar no relacionadas con la COVID al hecho de que hacen falta tres o cuatro años para formar a una enfermera registrada novel, el panorama es sombrío.
El Efecto COVID en el personal de enfermería mundial, sumado a la actual escasez de seis millones de enfermeras y a los otros cuatro millones que van camino de la jubilación de aquí a 2030, puede provocar que la fuerza laboral global de enfermería de 27 millones de enfermeras se vea mermada en diez millones, o incluso a la mitad. Con cada vez más exigencias de atención sanitaria esperando el turno de ser atendidas, no podemos permitir que el número de enfermeras experimentadas siga menguando. Estamos escuchando las buenas intenciones de los gobiernos de contratar nuevas enfermeras para el futuro pero hacen falta tres o cuatro años para formarlas y muchos más años para que acumulen la experiencia necesaria y se conviertan en líderes y expertos de enfermería. De ahí la urgente necesidad de sostener y retener a nuestra actual fuerza laboral.
La retención de nuestras enfermeras más experimentadas requerirá acciones valientes por parte de los gobiernos, tales como como mejorar las condiciones salariales y laborales, permitir que las enfermeras más mayores en particular tengan horarios de trabajo flexibles y prestar apoyo de salud mental apropiado para ayudarlas a afrontar los traumas del año pasado.
Hemos llevado al personal de enfermería del mundo demasiado cerca del punto de rotura a lo largo de esta pandemia. Aún tenemos una oportunidad de protegerlo, pero queda poco tiempo: queda un minuto para la medianoche y el tiempo sigue corriendo.”
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