En las regiones montañosas del sur de México, las comunidades indígenas han recurrido durante generaciones a las parteras tradicionales para dar a luz una nueva vida. Estas expertas herboristas, masajistas y curanderas recurren a técnicas y conocimientos transmitidos y perfeccionados a lo largo de los años.
Con la llegada de la medicina moderna en el siglo XX, estas prácticas ancestrales dirigidas por mujeres quedaron relegadas a un segundo plano. Pero en los últimos años, los grupos de defensa de la partería indígena han trabajado junto a las ONG para lograr una nueva ola de reconocimiento de las parteras tradicionales, que combinan su rico patrimonio popular con los conocimientos obstétricos occidentales para mantener a las madres y a los bebés seguros y cómodos.
En las culturas mayas de México, los sueños tienen una gran importancia. Se consideran una ventana abierta al futuro de una persona, un medio de recibir orientación del mundo espiritual. Compartir e interpretar los sueños es una forma de transmitir conocimientos a la comunidad. Por eso, cuando Ofelia Pérez Ruiz, de 40 años, tuvo un sueño impactante a los 20, supo inmediatamente que estaba llamada a seguir un nuevo camino en la vida. "En ese sueño, una señora mayor me guiaba y me explicaba lo que ocurre cuando el bebé nace bien y cuando nace mal. Fue entonces cuando sentí que se despertaba mi don", dice la Sra. Ruiz. Supo que estaba llamada a seguir una antigua vocación y convertirse en partera.
El Sr. Ruiz es originario del municipio de Chenalhó, situado en los Altos del Estado de Chiapas, en la frontera sur de México. Chiapas es una región de densos bosques y ricos recursos naturales, pero también es una de las regiones más pobres de México, con cerca del 74% de sus habitantes viviendo en la pobreza. Alrededor de un tercio de los chiapanecos son indígenas mayas, y para muchos de ellos la vida sigue siendo muy tradicional. En las zonas remotas, la gente vive principalmente de la tierra, con un acceso limitado a los servicios públicos. Para recibir tratamiento médico, tienen que recorrer largas distancias, a menudo a pie, hasta la ciudad más cercana. Las comunidades rurales de la región han confiado en las parteras durante generaciones, no sólo como comadronas, sino también como curanderas y consejeras espirituales.
Ruiz es una de las 5.000 parteras tradicionales del estado de Chiapas, según cifras oficiales, pero cree que el carácter informal del trabajo hace que el número real pueda ser mucho mayor. Según ella, uno de cada tres partos en el estado es atendido por una partera tradicional.
La partería tradicional siempre ha sido una profesión que valora profundamente la sabiduría heredada. Aunque Ruiz se formó como médico al principio de su carrera, también "recibió conocimientos transmitidos de generación en generación" de su abuela y su madre, que también eran comadronas. Al igual que las parteras que la precedieron, aprendió técnicas como qué hierbas recoger de la tierra y utilizar para hacer infusiones.
Como las parteras que la precedieron, aprendió técnicas como qué hierbas recoger de la tierra y utilizar para preparar infusiones para las madres, cómo dar masajes para adelantar el parto o controlar el dolor, cómo colocar a un bebé y cómo cuidarlo en los momentos posteriores al parto.
No remuneradas y recibiendo sólo donaciones voluntarias, las comadronas son profundamente respetadas en sus comunidades. Pero fue cuando Ruiz decidió estudiar obstetricia de manera más formal en la escuela de enfermería cuando se dio cuenta de que había obstáculos para conseguir el mismo respeto por parte de los profesionales sanitarios. Durante la mayor parte de finales del siglo XX, se fomentaron los partos hospitalarios como parte de las políticas sanitarias nacionales de México destinadas a reducir la mortalidad materna e infantil.
A finales de la década de 1990, la inmensa mayoría de los partos tenían lugar en hospitales, mientras que la profesión médica dificultaba cada vez más que las parteras continuaran con su labor, por considerarla una forma anticuada e incluso peligrosa de atender a los pacientes. Según Ruiz, en algunos estados, estas políticas han llevado a la desaparición casi total de la práctica tradicional de la partería. En Chiapas, sin embargo, ha resistido.
"Muchas mujeres chiapanecas siguen prefiriendo que las atendamos por la atención que les damos, la confianza que depositan en nosotras, el hecho de que hablemos su idioma y las tratemos según su cosmovisión espiritual", explica.
A veces, sin embargo, los cuidados que necesita una madre o un bebé superan las capacidades, la formación o los recursos de las parteras. Si una partera tradicional no puede acceder a ayuda médica para la madre, por la razón que sea, o no reconoce la necesidad, las consecuencias pueden ser devastadoras. En 2012, Chiapas registró algo menos de 60 muertes maternas por cada 100.000 nacidos vivos, un 40% más que la media mexicana. Debido a un amplio y complejo conjunto de factores socioeconómicos y a casos de abuso o maltrato por parte del personal médico, las mujeres indígenas de Chiapas tienen hasta cinco veces más probabilidades de morir durante el parto que el resto de las mujeres del estado.
El movimiento de parteras Nich Ixim de Chiapas, del que Ruiz es portavoz, se creó en respuesta a estos problemas. Este colectivo de 600 comadronas de más de 30 municipios lucha por preservar su profesión tradicional y aboga por que conserve su valor en la atención sanitaria contemporánea. Pero uno de los principios fundacionales es que las miembros de Nich Ixim se comprometen a actualizar continuamente sus conocimientos, con el fin de ofrecer la mejor atención posible a madres y bebés.
"Las matronas estamos abiertas a la formación, siempre que respete y reconozca nuestros conocimientos, experiencia y condición de personas responsables de la salud y la vida de nuestros conciudadanos", explica Ruiz.
En 2014, Nich Ixim comenzó a trabajar con ONG de salud y desarrollo en Chiapas en una serie de talleres que reunían a parteras y trabajadores médicos, y exploraban formas en que ambos podían aprender de las habilidades y tradiciones del otro.
El Dr. Gabriel García Salyano es médico y coordinador de formación de Global Pediatric Alliance (GPA), una de las ONG que participan en el proyecto. La labor de GPA se centra en reducir las muertes maternas y neonatales evitables y mejorar la vida de mujeres y niños en América Latina. El Dr. Salyano ha trabajado con unas 400 comadronas indígenas en los talleres. Cree que es importante que, tras décadas de rechazo a las parteras, el personal médico reconozca a una comadrona tradicional. Cree que es importante que, tras décadas de rechazo a las parteras, el personal médico reconozca que una comadrona tradicional "condensa en su ser, en su cuerpo, en su pensamiento, en su trabajo" una riqueza de sabiduría ancestral.
"Este conocimiento es válido", declara, afirmando que la medicina occidental puede inspirarse en la forma en que las comadronas responden a las necesidades y deseos de una mujer en trabajo de parto. En lugar de dejar que el médico controle la situación, es la madre la que es "la protagonista del proceso, ella es la que manda en el parto, ella es la que puede tomar decisiones y decidir cómo va a ser atendida".
El doctor Salyano se resiste a llamarse formador, ya que "me da la impresión de que las cabezas de las mujeres están vacías y tenemos que llenarlas". En lugar de eso, explica, los talleres pretenden "crear un diálogo de experiencias" entre matronas y personal médico, que trabajan juntos como iguales. Los talleres crean un espacio en el que las matronas pueden hablar de sus experiencias o dificultades sin ser juzgadas, afirma, mientras que los médicos y especialistas en obstetricia pueden intervenir para sugerir soluciones que podrían probar, señalarles dónde deben buscar ayuda urgente o mostrarles técnicas útiles como, por ejemplo, cómo y por qué controlar la tensión arterial. Cuando las matronas hablan de una técnica que el médico considera peligrosa para la madre o el niño, dice, "explicamos por qué esa práctica no es la más adecuada". Pero en el fondo, sigue habiendo un profundo respeto por las matronas y su oficio milenario.
"Decimos que las comadronas tienen en sus manos el corazón de las comunidades, las mujeres. Y tienen en sus manos el futuro de las comunidades, los bebés. Así que es un trabajo muy importante", afirma.
El Dr. Salyano explica que es difícil medir el impacto de los talleres en cifras, pero sabe que no ha habido muertes maternas entre las matronas con las que han trabajado, y que "muchas matronas han conseguido trasladar a mujeres en situaciones graves a un hospital donde han recibido tratamiento. Y eso salva vidas. Pero los talleres también han ayudado a las matronas a sentir un nuevo orgullo por su trabajo, afirma, y "ya no sienten que sea una profesión inferior o sin importancia".
Lucía Girón Pérez, who lives in the municipality of Tenejapa, Chiapas, is one of the many midwives who have benefited from the workshops. In the tradition of midwives, she too was inspired by a dream, in which she was given a doll, to train as a partera, and first learned the trade from her mother-in-law. Pérez values her role in her community, and says the workshops have deepened the services she can offer. She feels better equipped to deal with complications such as breech births or haemorrhage, to use an ultrasound machine or to take blood pressure accurately. But she has also benefited from learning from her peers about traditional skills, such as the use of herbs before and after childbirth. All this, she says, means that the women she is delighted to help have even more confidence in her.
Para mujeres como Eustaquia Ruiz Gómez, que vive en una aldea aún más remota de Chiapas, el hecho de saber que la práctica tradicional de la partería se está conservando, pero también mejorando con los conocimientos occidentales, es sumamente reconfortante.
"Aprecié mucho el trabajo de las comadronas porque me cuidaron muy bien", dice la Sra. Gómez a través de un intérprete, mientras acuna a su hija de un mes, que nació sana y salva en el tranquilo y familiar confort de su casa, atendida por una comadrona tradicional.
"La parte tradicional es importante porque las mujeres son atendidas en casa. Utilizan plantas o hierbas más naturales", explica. "No es lo mismo que cuando damos a luz en el hospital, porque las comadronas no pueden darnos té caliente o algo así". Gómez cree que "las comadronas de cada pueblo son lo que más necesitamos", pero también reconoce que ampliar sus conocimientos es "un paso adelante, porque tendrán más experiencia". Cuando no pueden ayudar a una mujer en casa, ahora saben dónde pueden llevarla o dónde pueden ayudarla más".
La Dra. Salyano cuenta una historia que ilustra lo bien que se han integrado los talleres en las tradiciones culturales de las matronas.
Una mujer que asistía a los talleres le contó que tenía un sueño aterrador recurrente en el que presenciaba un parto con graves complicaciones y no sabía qué hacer.
"Pero una de las veces que soñó esto, soñó conmigo y le dije que no se preocupara", cuenta la Dra. Salyano. "Le dije que en el momento del parto tendría complicaciones, pero que yo estaría a su lado para decirle qué hacer".
Más tarde, cuando la mujer asistió a un parto y surgió una complicación, recordó algo que había estudiado en uno de los talleres y su nueva formación hizo efecto. "Recordó lo que tenía que hacer, los movimientos de las manos, lo que tenía que trabajar. Y al final el parto salió bien", dice el Dr. Salyano. Para él, historias como ésta demuestran el valor del método de formación basado en talleres. Las matronas, dice, "toman estas experiencias, estos conocimientos y se los apropian a su manera".
"Decimos que el conocimiento complementa otros conocimientos, que los enriquece. Eso es lo que queremos hacer con las matronas, y es obvio que trabajando con ellas también nos enriquecemos".
Según Ruiz, la pandemia mundial ha demostrado lo valiosas que son las matronas para sus comunidades. Cuando los hospitales cerraron por falta de personal o para tratar a los enfermos de gripe aviar, cada vez más madres recurrieron a las comadronas tradicionales. "Algunas matronas duplicaron su carga de trabajo", explica. "A pesar de ello, la mortalidad materna en Chiapas no ha aumentado oficialmente". Ella atribuye este éxito al trabajo que Nich Ixim ha realizado para elevar el perfil y la reputación de la partería, así como el valor de las habilidades tradicionales.
"Por eso las parteras creemos que nuestro trabajo es fundamental y que es necesario trabajar en equipo con el sector salud y con otras parteras profesionales, para que las mujeres tengan acceso a más opciones de atención segura, oportuna y de calidad.
"C'est pourquoi nous, sages-femmes, pensons que notre travail est crucial et qu'il est nécessaire de travailler en équipe avec le secteur de la santé et avec d'autres sages-femmes professionnelles, afin que les femmes aient accès à davantage d'options pour des soins sûrs, opportuns et de qualité.